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Sobrecarga

11 enero, 2015


Central Térmica Asturiana

En el año 2000 California sufrió una fuerte crisis energética. La población sufrió apagones programados, que llevaron al cierre de empresas y a una grave crisis económica y social.

Sobrecarga, de Arthur Hailey
Imagen: goodreads.com

Esta crisis fue descrita con sorprendente exactitud, 20 años antes, por Arthur Hailey en su novela “Sobrecarga”.

Aunque tiene un fallo. Según esta novela, la crisis sería causada por los irresponsables grupos ecologistas y de defensa de los consumidores, que son unos terroristas. No es ninguna, broma, es tal como lo cuento. Es una novela bien escrita pero llena de propaganda, de inicio a fin.

De hecho, esto no es nuevo. Llevamos 30 años soportando esa maquinaria de guerra ideológica y mucha gente se lo ha creído.
Pero volviendo a “Sobrecarga” y su “pequeño fallo”. Por desgracia, las victorias políticas de la derecha Reaganiana supusieron el auge de una economía especulativa y una profunda desregulación del mercado eléctrico. Según los profetas neoliberales eso supondría el nirvana energético.

La red eléctrica, tal y como está diseñada, exige enormes inversiones en generación y continuos trabajos de mantenimiento de la red de distribución, que necesitan de una visión de largo plazo que no existe en compañías dominadas por fondos de inversión.

En un panorama desregulado y dominado por la economía especulativa el resultado no puede ser otro que el de California. El caos. Y no solo allí, los problemas en la Argentina o España son buen ejemplo del error de esas políticas neolinerales.

El Mercado energético en España

En España, como en la mayoría de los países, a pesar de lo que dicen los propagandistas de las energías fósiles, la red eléctrica se desarrolló y se desarrolla bajo el amparo del estado.

Pública era Endesa, pública era y sigue siendo, en parte, Red Eléctrica y público fue el apoyo fundamental para la construcción de las centrales nucleares, por ejemplo.

Las centrales térmicas se construyeron por compañías que no estaban dominadas por fondos de inversión, que exigen resultados inmediatos, y sobre todo con un mercado profundamente regulado que garantizaba el retorno de la financiación.

A partir de los años 90 comenzaron las novedades en ese mercado. Lo público se privatizó total o parcialmente y se abrió el mercado a inversores extranjeros, incluidos los malditos fondos de inversión. Y las pequeñas empresas regionales o locales empezaron a ser absorbidas por otras, constituyéndose así un oligopolio de media docena de empresas.

También comenzó un ficticio mercado libre de la electricidad que significó en la práctica la aparición del denominado déficit de tarifa y mucha opacidad sobre quienes son los verdaderos actores del mercado eléctrico.

Privatizar los beneficios, socializar las pérdidas

Regasificadora de El Musel en GijónSin embargo, no todo se desreguló. Los diferentes gobiernos se aseguraron que ciertas cosas siguieran bajo tutela del estado. La construcción de grandes infraestructuras como las regasificadoras, se ha hecho con el compromiso de ser sufragadas íntegramente con dinero público en caso de pérdidas, como es el caso de la innecesaria e ilegal construcción del Musel en Gijón.

También mantuvieron las subvenciones encubiertas a los grandes consumidores de energía. Industria pesada como la ubicada en Asturias y malvendida a las transnacionales durante los 8 años de gobierno de Aznar. Esos grandes consumidores, como Arcelor, han tenido tarifas especiales durante décadas. Las denominadas tarifas de interrumpibilidad que suponían un ahorro en el coste energético sufragado, pero que en realidad, pagábamos el resto de usuarios. La justificación técnica de esa tarifa no impide que nos preguntemos si era realmente necesaria o si la cuantía del coste para la ciudadanía era justa.

Desde la victoria del PP en el año 2011, la política energética se ha vuelto aún más errática e incomprensible.

Las tarifas residenciales han dejado de premiar a quien ahorra energía al incrementar la parte fija de la factura. Los grandes consumidores también han notado la fuerte subida del coste de la energía eléctrica en España, con un nuevo diseño de la interrumpibilidad que quiere y no quiere liberalizar esa situación.

Alcoa y el mercado energético

En medio de ese panorama, la multinacional Alcoa se encontró con una subida importante de su tarifa eléctrica. Alcoa, que en su día compró la rentable empresa pública Inespa, en medio de las rebajas privatizadoras del gobierno de Aznar, no dudó en utilizar los puestos de trabajo como rehenes y chantaje a la sociedad.

Lucha Contra El Cierre De Alcoa
Imagen: europapress.com

Como no podía ser de otra manera, Alcoa se ha llevado su trofeo y aguantará un tiempo más en la región. Durante el mismo no realizará más inversiones que las imprescindibles para sacar el máximo beneficio posible. Y cuando se acabe el dinero público, volverá a utilizar el chantaje como herramienta. O, en el peor de los casos, puede que ya haya terminado alguna de las plantas que está construyendo en otros continentes y cerrará sin más, sin importarle las consecuencias ni el dinero recibido.

Porque en un mercado globalizado, sin control social ni político, pueden construir una planta en países empobrecidos, con salarios de miseria, sin derechos sociales ni leyes de protección del medio ambiente. Pero sobre todo, donde puedan obtener energía abundante y barata, bien porque sea un país productor de hidrocarburos o porque permita la construcción de una central hidráulica de su propiedad para abastecer la planta.

El problema de Alcoa no es un problema coyuntural, ni es un problema económico. Es “el problema”.

Porque La energía es el problema político y social más importante que tenemos en este momento, lo creamos o no. No existe ninguna opción política válida si no hace una propuesta efectiva que lo solucione. Como predecía la citada novela de 1980, nuestra dependencia del petróleo y unas políticas energéticas equivocadas, nos están llevando a una situación mundial de inestabilidad que están haciendo que bordeemos el abismo.

Desde EQUO creemos que esa solución pasa por cambiar completamente el modelo. Necesitamos consumir menos energía, ser menos dependientes de la misma, y sobre todo necesitamos producir nuestra propia energía con lo que tenemos: agua, viento y sol. Es un proyecto a medio y largo plazo, pero que tiene que comenzar ya.

Mientras tanto, nuestra propuesta para Alcoa pasa por su renacionalización. Si hay que poner dinero público, controlemos la situación e impidamos que ese dinero público alimente la cuenta de resultados de una transnacional.

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Artículo escrito por AVA-Q

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