Los acotamientos al pastoreo explican la disminución del número de incendios forestales en 2016
Ayer se difundían esperanzadores datos acerca de una lacra asturiana, la antigua y ‘natural’ costumbre de quemar el monte -de todos: lo incendiado decayó espectacularmente. Bien es cierto que después de la orgía criminal de finales del año 2015, restaba menos tentación, pero desde EQUO ASTURIES queremos llamar la atención sobre una cuestión paralela: el efecto de los acotamientos al pastoreo.
Aunque la Ley asturiana de Montes (3/2004) contemplaba (en paralelo a la Ley española de Montes) el acotamiento al pastoreo de los montes incendiados para la regeneración de las especies afectadas o para su restitución a la situación anterior al incendio (art. 66.2), no fue sino hasta 2013 cuando realmente, y de modo sistemático, se procedió a aplicar esta figura, una herramienta decisiva en la preservación del patrimonio común (con independencia de su propiedad catastral) que supone el monte asturiano, que recordemos, a los efectos de la ley de montes, es todo lo que -en la práctica- no es agrícola o urbano.
El caso es que el hecho de que la Administración Asturiana fuese acotando progresivamente motivó una proposición del PP este verano pasado para cambiar esta norma en Asturias, excluyendo del acotamiento el pastoreo, malinterpretando un cambio menor en la Ley española. Sorprendentemente IU, PSOE, FAC y PODEMOS, a través de diversas enmiendas, en un largo debate parlamentario, evitan defender el acotamiento al pastoreo.
Y ello sucede en contra de cualquier posición acreditada: de la propia Consejería, del criterio de todos los técnicos, de los Colegios Profesionales, de instancias universitarias, de varios y serios informes técnicos. Todos los cuales coinciden en que la mejor manera de que un monte quemado se recupere es evitar que entre el ganado a pastar en él, lo cual es por otro lado, la causa del 80% de los incendios en Asturias.
Si los letrados de la Xunta Xeneral, con buen tino y oficio, no lo remedian, nos veremos en la tesitura de que Asturias articulará un apartado clave de la ley de Montes contra la Ley española, la cual durante largos años entendió (y ahora no deja de hacerlo) que lo más grave para el monte quemado era pastar en esos terrenos, con la consiguiente pérdida de suelo fértil, erosión, degradación natural, y retroalimentación de un ciclo vicioso que hay que romper, pues no cabe aprovechamiento alguno de un incendio.
Desde EQUO llamamos la atención sobre la casualidad (que no existe) entre estos dos episodios. En una medida importante, cabe suponer, que -descontando el efecto de los delincuentes a finales del año pasado- es la aportación de la justa y necesaria tramitación de los acotamientos lo que ayuda a explicar como estamos en un punto de inflexión en la estadística de la vergüenza de Asturias, en el ocaso de los fuegos intencionados.
Y ahora, ¿en verdad estamos a punto de renunciar a los efectos de una política correcta?
Recordamos que estamos dispuestos a recurrir a todas las instancias para revertir la más que posible decisión de la Xunta Xeneral en un gesto de irresponsabilidad sobre el cual debemos llamar al atención.
E igualmente, anunciamos que ello tendrá consecuencias legales y prácticas en las ayudas comunitarias, en la PAC en Asturias. No sólo es ilegal no acotar, sino que es inmoral, además de ilegal, recibir ayudas para cuidar el monte mientras este es quemado.
Quizás sea la última oportunidad para evitar más incendios y más tensión en Asturies: ¡Mantengamos los acotamientos al pastoreo!